Es de valientes reir cuando el corazón llora

Thais

Querido Diario,

Después de la bronca con Shamu, tras dejarle plantado en el ordenador, me fui a la cama. Enseguida me puse a llorar de los nervios, de la pelea y de pensar en todas las cosas que le había dicho. Me sentía una desgraciada y sólo pensaba en mí. Con tantas responsabilidades sobre mi espalda, mis momentos de alegría eran muy contados. Tenía un presupuesto muy limitado y no podía desperdiciarlo en irme de compras, al cine o en irme de cañas los viernes con los del trabajo. Además, sólo conocía a la gente del trabajo, no tenía amigos en Madrid. Mi vida era de la oficina a la otra oficina, luego a casa y vuelta a la primera oficina. No salía con nadie y no tenía tiempo de conocer gente nueva. Entraba el viernes a casa y muchos fines de semana no salía hasta el lunes de la misma apatía y aburrimiento. A veces me enviaba trabajo a casa para entretenerme! No hablaba con nadie durante el fin de semana excepto con Shamu, que era mi vía de escape y mi consuelo. Podría quedarme muda y ni me enteraría. Estaba bastante agobiada por la situación en que quedé tras el divorcio pues las cuentas no me salían por más horas extras que echara y más gastos que recortara. Era lo que quería, sí, pero la soledad y el cansancio me hizo dudar de ello en muchas ocasiones. Pensaba que era muy triste llegar por las noches a casa y no encontrar a nadie. Miko a veces era como un mueble más de la casa, pero estaba ahí, aunque mirando la tele, jugando a la play, escuchando música o viendo porquerías en el ordenador. No poder explicar a nadie cómo te había ido el día, si bien, si mal, se me hacía muy tedioso.

En los dos trabajos me presionaban mucho y si no me descargaba con Shamu por el chat, me lo comía todo yo. Por mucho que quieras y lo intentes, en un chat no puedes explicarlo todo. Aunque sé que yo soy bastante expresiva y mi redacción es pasable, las palabras se malinterpretan, y, a veces, uno no es capaz de escribir las cosas tal y como las contaría de viva voz. No plasmas igual la ironía y el sarcasmo en unas líneas. Las expresiones faciales y la comunicación no verbal, la del cuerpo, no la tienes y pierdes mucha información sobre la conversación. En el chat cuesta captar los sentimientos de tu interlocutor y saber realmente como está. Cuando uno ve llegar a alguien, con mirarle a la cara o los ojos ya sabe si está triste, enfadado, contento, alegre o agobiado. En un chat no puedes. Dependes de lo que el otro sepa y quiera transmitirte. Dependes de la intuición que tengas, de la observación y de la adivinación. Muchas experiencias y situaciones de nuestra vida cotidiana es difícil contarlas por escrito. Por no hablar de lo mucho que se magnifican las relaciones en los chats y en los foros. Crees que tienes un peazo amigo porque has hablado 4 veces, te ha contado sus intimidades, sus preocupaciones y tú las tuyas. Pero luego te das cuenta que en realidad cada uno va a su bola y tiene su vida, y que la mayoría de veces eres un entretenimiento más, una distracción, no eres una relación de amistad con la que puedas contar en tu día a día. Yo estuve muchos años frecuentando las salas de chat, diez años o más, incluso antes de conocer a Shamurai. Las primeras veces que te das cuenta de la actitud de la gente te decepcionas y te culpas por haber pecado de confiada. Te sientes utilizado, engañado y tonto. Te avergüenzas de lo que has contado a un perfecto desconocido. Pero a medida que va pasando el tiempo lo asumes como algo normal y propio de los chats, son las reglas del juego. Sabes que un día y sin previo aviso, tu “amigo” desaparecerá. La vida real pesa más que un mundo virtual.

Para Shamurai la situación era distinta a la mia. Es cierto que trabajaba mucho, pero hacía un mes escaso que había empezado un trabajo a jornada completa. Con frecuencia veía a su familia y quedaba con amigos. Además, él vivía con su hermano y un gato, no vivía completamente solo, como yo. Si bien pasábamos mucho tiempo juntos en el chat, no siempre estaba disponible para mí cuando me hacía falta. Los fines de semana acostumbraba a comer con sus padres y pasar la tarde con ellos o con su otro hermano. También solía quedar con sus amigos para ir al cine, charlar o salir por la noche. Se sentía agobiado por el trabajo, sí, y decía que me echaba de menos, pero no llegó a sentir nunca el aguijón de la soledad.

En la cama, mientras regaba mi cara en lágrimas abrazada a la almohada, pensaba en todas las cosas horribles que le había dicho. ¿De verdad las pensaba? Le había dicho que era un crio, inmaduro, y un cobarde. Le había dicho que era un monigote del chat y que no era real. Le había dicho que no quería verle más! Uff…. ¿estaba loca? Shamu era lo único bueno que tenía en ese momento y le estaba echando de mi vida! Sabía que le necesitaba, sabía que le quería….¿porqué no me había callado la boca? Me sentía hundida y no paraba de llorar. Mi cabeza iba a estallar y mis pensamientos iban a toda velocidad.

¿crio? Le conocía desde hacía 7 años y siempre se quejaba de sus padres. Son muy humildes y lo habían dado todo por él. Querían que estudiara y terminara la carrera. Quizás a veces se pasaban de sobreprotectores. Le pagaban los estudios y le ayudaban con las tareas de la casa. Se metían en su vida para solucionar cualquier mínimo problema que tuviera, por ayudarle. Si había que pagar la universidad, lo hacían ellos, si había que hacer un papel de la comunidad, lo hacían ellos, si había que hablar con alguien para que viniera a arreglar un grifo, lo hacían ellos. De todo se encargaban y apenas dejaban que ninguno de sus hijos levantara el vuelo. Lo daban todo, les amaban y en su afán de protegerlos no se daban cuenta de que a veces era mejor dejar que se equivocaran. Él se quejaba, se sentía ahogado, pero no hacía nada para cambiar esa situación. Yo opinaba que le era mucho más cómodo vivir así. Le trataban como a un crio, sí, puede que sus padres se excedieran, pero yo opinaba que no hacía nada para demostrar que era un hombre y era capaz de hacerse cargo de la situación. Yo sabía que esto le jodía, sabía muy bien dónde y con qué hacerle daño.

¿inmaduro? Cuando yo le conocí tenía 20 años. Él nunca antes había trabajado. Había hecho algunas cosillas a amigos, clases, cosas por horas, pero nada serio. Se quejaba de que no tenía dinero, pero tampoco hacía por conseguir un trabajo hasta que yo empecé a insistirle sobre la independencia que te daba el dinero de un trabajo. Yo llevo trabajando desde los 11 años, muy joven, lo sé. Mis circunstancias eran otras. Pero a su edad yo tenía muchísima experiencia laboral, con contratos y sin ellos. Me sorprendía que alguien pudiera llegar a los 20 sin apenas trabajar, aunque a medida que ha ido pasando el tiempo me he dado cuenta que la excepción era yo, no él. Ese día no venía a cuento sacarle este tema pues la situación nada tenía que ver con siete años atrás. Había aceptado trabajos basura a través de ETT, daba clases en un centro, había hecho cosillas de programación y llevaba, aunque fuera por horas, varios centros de procesos de datos él solo. No ganaba mucho, pero tampoco podía tacharle de inmaduro por no tener un trabajo a jornada completa.

¿cobarde? Pocos días después del sauce, le dije que no quería ser su “novia”. Me gustaba, vale, pero no quería ser la novia de nadie y menos así. No consideraba que ese término pudiera aplicarse a una relación en la ni siquiera nos veíamos. Para mí, ser novios implicaba compromiso, planes de futuro, convivencia, implica relación seria y estable. A 800 kms de distancia eso era imposible. Le dije que si de verdad quería noviazgo que cogiera un avión y se trasladara a Madrid. Que se buscara un piso y un trabajo, y que entonces, y solo entonces, quizás, y sólo quizás, hablaríamos de noviazgo. Yo no le prometí nada, pero le pedí todo. ¿Qué esperaba? ¿Qué lo dejara todo por mí? Los cambios asustan y él no estaba preparado, al igual que no lo estaría nadie en su sano juicio a dejar atrás una familia, amigos, un trabajo y tus experiencias.

¿monigote en el chat? Esto fue una hostia en toda la cara. Le dije que no era real, que todo era ficticio. Aplasté sus sentimientos e infravaloré los años de amistad que había permanecido a mi lado. Menosprecié el apoyo que me había dado mientras estaba con Miko. Pisoteé su amor y catalogué todas sus ilusiones como una mentira.


"La crueldad, como cualquier otro vicio, no requiere ningún motivo para ser practicada, apenas oportunidad"