Querido
diario,
Vengo del médico de cabecera, de la Seguridad Social. Estoy como embobada de pensar en lo bella persona que es esta señora. Hoy en día, el problema de muchos médicos es que te tratan como a un número y sin ningún tipo de humanidad. Se olvidan de que tras esa visita puede haber muchos miedos a contraer alguna enfermedad grave o que puede haber una historia emocional por detrás que te afecta y te cuesta expresar a un desconocido.
Los doctores apenas tienen tiempo de atendernos y a veces pienso que los pocos minutos que nos conceden en su consulta, son para realizar un trabajo administrativo escribiendo recetas simples o partes de alta o baja. Si ven que la cosa es más complicada que un dolor de cabeza, oído, o una gastroenteritis, se limitan, de nuevo, y la mayoría de veces sin mediar palabra, a escribir un volante de visita a un especialista “
con conocimientos superiores”.
Yo vengo de un sitio pequeño en el que por suerte o desgracia, todos nos conocemos. Todo el pueblo sabe quién eres, tus padres, tu familia, donde vives, donde trabajas, a qué te dedicas.... Cuando ibas al médico, en ocasiones antes llegar a su consulta él ya sabía lo que te había pasado por el comadreo de los vecinos. A veces, incluso, para evitar pasarte por su despacho y que te diera algún remedio para tu mal tenías la libertad y la confianza de llamarle por teléfono, como quién llama a un amigo.
En Madrid yo he echado de menos esa calidez y esa familiaridad con la que te trata el doctor. Debido a la masificación de la ciudad y a la gran rotación de profesionales médicos, es muy poco habitual encontrar a un médico que termine siendo alguien de tu confianza y a quien tener la libertad de explicarle tus intimidades.
Al entrar en la consulta…
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Qué tal todo, como vas? – dijo la doctora
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…er…bueno… regular…que… bueno… al final… el embarazo no fue bien…
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No me digas… oh….qué lástima…!. – dijo ella con el rostro sinceramente entristecido.
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No. No fue bien…el niño no sobrevivió al hematoma … y en la revisión…no me encontraron latido cardíaco...y… me tuvieron que hacer un legrado…
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Ohhh… pero que mala suerte … en serio… que mal… Era el primero? No, verdad? – dijo mirando el ordenador intentando localizar esa información en mi ficha.
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No. Era el segundo. Llevamos 3 años buscando un bebé y es la segunda vez que me quedo embarazada y lo pierdo.
En ese momento me di cuenta de que era la primera vez que se lo contaba a alguien de viva voz. En el huerto he dejado que fuera Shamu quién lo contara y yo me he limitado a sortear los comentarios y las consecuencias. A mis compañeras del trabajo les había mandado un e-mail. Y a mi madre se lo había contado en plan…”
aquí no pasa nada, mira que fuerte soy que ni lloro”, como si no me afectaran ese tipo de cosas. En ese instante me di cuenta de lo mal y tristes que sonaban mis palabras, de lo desgraciada que me sentía, y aunque no soy persona de llorar delante de nadie… mis ojos han empezado a humedecerse…
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De verdad que me da mucha lástima ese tipo de cosas - dijo ella - Sólo una madre sabe entender lo que se siente al perder un bebé, y más si llevabais tanto tiempo detrás de él. Tienes que pensar que las cosas pasan por algún motivo, y que verdaderamente tú no quieres traer al mundo un bebé que no esté bien. Tu lo que quieres es un niño que sea feliz y esté sano, y si después de tanto reposo, lo has perdido es porque la naturaleza así lo ha decidido y es lo mejor.
He empezado a llorar en la consulta de la doctora sintiéndome frágil, débil y avergonzada por no ser capaz de reprimir las lágrimas. Siempre he intentado parecer fuerte y aparentar que las cosas me afectan en su justa medida, pero con el paso del tiempo, voy descubriendo que hay muchas veces en que no soy capaz de mantenerme tan entera como quisiera y que los demás no noten mi dolor.
La médico estaba emocionada de verme así y me ha parecido que se estaba contagiando de mi pena al mirarle a los ojos y notar su brillo. La angustia por mi desconsuelo era sincera. Lo he notado.
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Yo creo en el destino – me dijo –
estoy convencida de que las cosas pasan por algo y que ahora no era el momento de tener un bebé. Que ese niño no estaría bien y que no saldría adelante. Que quizás estaba enfermito, a saber. No pienses en nada más, ni en que hay algo mal ni en nada, los embarazos se pierden con mucha frecuencia. El primero se pierde muchas más veces de lo que nos creemos y bueno, el segundo… pues si tenías el hematoma ya está, se quedó sin alimento y no hay más explicaciones…No tiene porqué haber nada malo en ti.
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Tú no te preocupes - siguió -
Cuando menos lo esperes, volverás a quedarte embarazada. Lo bueno es que sabes que eres fértil, ovulas y puedes concebir. En cuanto a lo otro, puede ser mala suerte u otra cosa. No sabemos nada si no se mira. Te ha dicho la ginecóloga si te van a hacer pruebas?
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Voy esta tarde a revisión del legrado con ella – respondí –
me dijeron que me iban a realizar un análisis citogenético de los restos abortivos y en cuanto me repusiera del legrado, tal vez sería conveniente hacerme alguna prueba más, a mi chico y a mí.
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Ves? Mira, ya veremos qué pasa con el análisis. De momento te voy a renovar la baja una semana más. Tú relájate y tómatelo con calma. Haz como los orientales que piensan que es mejor no saber, tú hazte la tonta y no pienses nada. Relájate y ya está. La semana que viene, me dices si te ves con ganas de trabajar o no. Si necesitas más tiempo, te lo doy sin problema. Otra semana, dos, tres, las que necesites. Lo importante es que te centres en ti y te tranquilices. Y oye, que si tienes que llorar, llora. Llora todo lo que necesites que eso te va a limpiar por dentro. Desahógate. Enciérrate en el baño, en la habitación, donde quieras, pero llora todo ahora. Si necesitas venir a verme, ven. No pidas cita ni nada y vente cuando lo necesites. Y piensa, de verdad que si ha pasado es por tu bien y porque algo más importante en tu vida está por llegar.
En ese momento lo único que podía pensar yo es en qué grandiosa persona era esa doctora. No me dio ningún calmante, no me dio el Paracetamol. No me envió al especialista, ni pidió una revisión. Ni siquiera somníferos. Nada de análisis adicionales y nuevos pinchazos con agujas. Nada de recetas.
Salí de allí en paz. Con una sonrisa de tranquilidad pues lo único que me dio fue un abrazo al corazón… y calor.
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"Un mundo mejor nace sobre la base de la fe y la comprensión"