La mayoría de diarios que he ido leyendo narran una esperanza, una ilusión, relatan la expectación, miedos y las preocupaciones a las que nos sometemos todas las mujeres con aspiraciones de ser madre. Son diarios bonitos, con narraciones de ternura, cariño y mucho afecto para el fruto de nuestros vientres: nuestro bebé. Plasmamos sentimientos propios de alguien que sabe que algo grande va a suceder en su vida.
Mi diario nace de la decepción, de la rabia, y una vez más, de la desilusión. Son sentimientos de tristeza y desencanto ante un nuevo revés de la vida. Siento la ira, siento mi enfado con el mundo, siento la injusticia. Siento el fracaso y la derrota en mi espalda: es el peso de quien ha perdido....su bebé. Un bebé querido, un bebé buscado, un bebé amado... y un bebé llorado... por segunda vez.
Mi objetivo en este diario es levantarme. No quiero arrojar la toalla. Se que tengo que luchar y que mi fuerza me tiene que llevar a conseguirlo. Necesito volver a vestirme, de nuevo, de una nueva capa de esperanza con bordes de fe. Necesito un nuevo traje de ilusión y un nuevo casco de confianza. En mi mano derecha solo llevo un arma: el gran amor que profeso y me profesa mi pareja. No necesito más para vencer. En mi izquierda buscaré el escudo contra la inseguridad, contra el miedo, contra la decepción de las contrariedades. Como véis, sólo mi mano derecha está ocupada. El resto de cosas son las que espero recoger en el camino hacia mi nuevo bebé.
Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender.
Es de valientes reir cuando el corazón llora
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