Qué sucedía en la antigüedad
A lo largo de los años la edad considerada ideal para tener hijos ha cambiado sustancialmente ya que en épocas no tan remotas como las de nuestras madres, eran los 20 años, la mujer de antaño soñaba desde pequeña llegar a esta edad casada y con hijos, el plano profesional no se encontraba en su mente, el tiempo ha pasado y las hijas de estas mujeres han cambiado su forma de pensar.
Que sucede actualmente
Hoy en día la mujer prefiere desarrollarse profesionalmente para luego una vez que ella y su pareja se encuentren en una posición económica estable comiencen a pensar en tener hijos, por lo tanto el primer hijo en la pareja no llega antes de los 30 o 35 años, edad en la cual la mujer comienza a decaer en cuanto a su fertilidad, sus óvulos no responden de la misma manera que a los 20 años y su reloj biológico se detiene entre los 45 y 50 años, entonces es aquí cuando la mujer comienza a preocuparse y sentir culpa por no haber planeado de otro modo la posibilidad de tener un hijo porque con el correr del tiempo esta posibilidad ya se le estará escapando de las manos. Además si llegara a tener algún problema de infertilidad habrá menos tiempo para un tratamiento que puede llegar a ser muy exitoso en una edad más temprana. Vivimos en una sociedad de consumo donde todo es comprar, tener, trabajar para tener y no ser menos que el otro, la calidad humana se ve afectada hasta el hecho de postergar la maternidad, la vida social, el egoísmo del disfrute propio puede llegar a ocasionar la pérdida de la oportunidad de sentirse un matrimonio pleno. No digo que la pareja no tenga derecho a disfrutar de su matrimonio solos, viajar, divertirse y luego pensar en los hijos una vez que ya vivieron con felicidad los primeros años de casados, pero después hay que tener en claro que los años pasan muy rápido y como se dijo anterior mente el reloj biológico de la mujer llega a su fin casi sin avisar y sobre todo recordar que un matrimonio sin hijos es como un árbol sin frutos.
Lo ideal
Se ha comprobado científicamente que ninguno de los dos extremos de la vida fértil es bueno, ni la adolescencia ni la etapa cercana a la menopausia.
Además de los riesgos físicos se suman los estados emocionales porque por ejemplo en la adolescencia se presenta una falta de presentación biológica, afectiva y madurativa para enfrentar la crianza de un niño, ya que éste puede convertirse en un hermano y por ende sería criado por la abuela que volvería a ser nuevamente madre del hijo de su hija. En el caso de una madre en la edad madura cercana a la menopausia puede surgir el miedo a sentirse y parecer la abuela del niño al verse desactualizada.
Por lo tanto es ideal que cada mujer sea conciente de encontrar el momento adecuado según sus condiciones físicas, emocionales y económicas pero siempre alejándose de los puntos extremos, o sea que una edad intermedia sería lo mejor en todos los casos, considerando que el hecho de tener un hijo significa un crecimiento interno y madurez emocional. Lo ideal es tomar la decisión en pareja, hablarlo exponiendo todas las inquietudes que pueden surgir en los dos tanto como sea necesario hasta agotar el tema y sentirse seguros de poder enfrentar tal decisión, pensando que no es necesario conocer todo acerca de cómo criar a un bebé como así también entenderlo. Todo ello se aprende conjuntamente con el bebé en casa, una vez que llega el bebé surge en la mujer una especie de intuición o presentimiento desconocido hasta ese instante donde todo fluye con una normalidad inusitada, a partir de la cual podrá estar capacitada para interpretar y satisfacer todas las necesidades de su hijo.