Tengo 29 años, un marido maravilloso y una niña de 3 años riquisima. Aun así un buen día me levanté y note que mi ecuación familiar no estaba completa.
Eso fue en las navidades pasadas. Quizá porque son fechas tan mágicas que cuantos mas seamos, mas divertido será. O quizá por pura envidia porque tres amigas me comunicaron sus embarazos casi simultáneamente.
El caso es que sin darme cuenta empecé a mirar en los escaparates de niños la ropita diminuta, a fijarme en los cochecitos y en reparar que mi hija necesitaba urgentemente un compañero de juegos. Poco a poco me puse a leer sobre embarazos por segunda vez, hermanos, relaciones fraternales... Y entrado el nuevo año confirme lo que mis hormonas femeninas me estaban gritando: Quieres volver a ser mamá.
El mes de enero se convirtió en el mes de la revelación, pero a nivel laboral se me junto con un nuevo proyecto que tenia que asumir íntegramente sobre mis espaldas. Soy autónoma, y dada la época que nos ha tocado vivir, hay meses malísimos y otros simplemente buenos. Enero y los siguientes, prometían ser de "los buenos". Así que me suponía trabajar hasta bien entrada la noche (tengo la suerte que yo misma me planifico mis horas, así que la mayoría de las tardes soy yo la que estoy con mi hija mayor, pero a parte del rato de la mañana que esta en el cole, tengo que hacer mucho mas). Por tanto, durmiendo 6h, corriendo a todos lados, ¿como me iba a meter AHORA en otro embarazo?
Muy a mi pesar, enero lo dejé pasar. Ni siquiera lo hable con mi marido. Me centré en mi proyecto. Pero de noche seguía viendo barrigas, cochecitos y compañeros de juegos para la mayor.
Me vino la regla, empezó febrero. Mi hija parece que lo olio, pero empezo a preguntarme que cuando tendria ella un hermanito. Me ilusionaba y me dolía cada vez que me preguntaba. Así que hable con mi marido y nos íbamos a poner... Pero cuando llegaron los "días mágicos", yo tenia tal cantidad de trabajo pendiente, que los deje pasar.
¡Otro mes!
Al final, estaba enfadada conmigo misma. Es tan difícil compaginar lo personal con lo profesional. Hay mujeres que se sienten cómodas con su faceta exclusiva de madre, pero yo soy de las que solo la maternidad no me llena, necesito desarrollarme laboralmente... Pero también quiero ser madre. Así que marzo ha sido el mes elegido para empezar esta aventura.