Cuentos para mamás con miedo al Parto
Escribí este cuento para mostrar a las mamás cómo afrontar el miedo al parto. Espero que os sirva a vosotras como les ha servido a ellas.
Animaros, y elborar vuestros miedos en forma de cuento. Y si queréis añadirlo y compartirlo¡¡
La flor bajo el hielo
Había una vez una flor atrapada en el hielo. Antes de estar en aquella difícil situación, la flor disfrutaba del sol, del viento, de las hojas chocando entre los árboles. Pero un día comenzó a nevar. Y nevó y nevó hasta que la cabeza de la flor quedó sumergida por la nieve. Y siguió nevando hasta que la nieve se volvió hielo. Entonces, sintió mucho frío, se angustió y se cerró, diciendo en voz alta: De aquí jamás podré salir. Una abeja, que se había quedado atrapada dentro de la flor día de la nevada, sintió como las paredes de ésta se hacían más pequeñas. Y en ese momento, la abeja dijo: si tú dices que no puedes salir, entonces yo tampoco podré salir. La flor, había pensado que estaba sola, bajo aquel pesado manto de frío. Por ello, se alegró al escuchar una voz dentro de ella que no fuera la suya. Se cargó de fuerzas y dijo: No te preocupes, amiga Abeja, saldremos. Pero la flor sentía mucho frío, porque llevaba días atrapada bajo el hielo. Como no encontraba una solución seguía poniéndose más y más nerviosa. Cerrándose más y más, sin saber cómo salir. En ese momento, la abeja, se asustó al pensar que iba a ser aplastada y comenzó a mover sus alas y sus patas de manera histérica. El aleteo de las patas y las alas contra los pétalos produjo calor. Y cuando la flor estaba a punto de aplastar a la abeja. En medio del frío, ambas sintieron el calor de las patas, las alas y los pétalos al frotarse. Durante un instante, experimentaron calor y tranquilidad. Y los pétalos de la flor comenzaron a aflojarse. Entonces, la planta, más cálida y relajada dijo: Amiga abeja, Ye me he relajado y calentado. Y tengo una idea para salir. Pero tendrás que confiar en mí. Voy a arroparte mucho con mis pétalos para que tus patas y tus alas estén cerca de ellos, muévelas todo lo rápido que puedas. Así, la abeja, confió e hizo lo que le dijo la flor. La abeja y la flor produjeron calor y calor mientras el hielo comenzaba a derretirse. Continuaron durante casi veinte horas. Y el calor de los dos, mucho hielo derritió. Aunque parecía que nunca llegarían a derretir todo el hielo por encima de sus cabezas. Al final, cuando ya las dos estaban exhaustas, casi muertas de cansancio, miraron hacia arriba y vieron el sol brillando en lo alto. Pero si sintieron tristes porque tenían que separarse. Entonces dijo la abeja: Tú siempre serás mi flor y en ti comeré siempre que quiera. A lo que la flor respondió: Y tú siempre serás mi abeja y podrás comer de mí siempre que quieras y siempre que lo necesites, te sacaré del hielo. Y así, la flor y la abeja se separaron.
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