¡Hola a todas!
Hasta hace poco más de un año me pasaba todo el día metida en este foro. Entraba muchas veces al día y era el único lugar donde encontraba consuelo. Hoy, muchos meses después, vuelvo entrar para contaros mi historia. Espero que os sirva de ayuda y os dé mucho ánimo.
Mi marido y yo estuvimos intentando tener un hijo desde el día que nos casamos. Cuando llevábamos 10 meses me quedé embarazada, pero no estaba ni de 3 semanas cuando tuve un aborto. De hecho, de no ser por lo obsesionada y lo pendiente que estaba, probablemente ni siquiera me habría enterado. Lo pasé fatal.
Todo el mundo me decía que después de un aborto (un "microaborto", como lo llamó mi ginecóloga) te vuelves a quedar enseguida, así que traté de animarme. Pero 8 meses después, usando tests de ovulación todos los meses, no había vuelto a quedarme.
Tanto mi marido como yo empezamos a hacernos pruebas. En mi caso, afortunadamente, todo estaba bien, pero a mi marido le diagnosticaron criptozoospermia, que es una ausencia casi total de espermatozoides, y una gran lentitud en los pocos que tenía. Nos dijeron que lo del miniembarazo había sido un milagro y que no teníamos más opción que la fecundación in vitro.
El palo fue muy muy gordo. Durante un mes nos vinimos abajo y no teníamos ganas de nada. Mi marido empezó a tomar Aquilea Fértil, aunque nos dijeron que sería totalmente inútil. Yo decidí gastar los últimos tests de ovulación que me quedaban y no volverlos a comprar el siguiente mes. Nos dieron cita para iniciar el proceso de la fiv, aunque por diversos motivos no lo teníamos nada claro.
Quedar con mis amigas, que ya van por el segundo hijo, era una auténtica tortura, tanto que una vez me tuve que tomar un tranquilizante antes de verlas.
Empecé a asumir que nunca me quedaría embarazada, aunque era algo que siempre había deseado.
Bueno, pues un año después de aquellos momentos tan duros tengo a mi bebé conmigo. A veces me dan ganas de ir a enseñárselo al médico que me dijo que era total y absolutamente imposible de forma natural.
Sé que mi hijo es un regalo de Dios, pues recé mucho para tenerlo, pero, independientemente de vuestras creencias, os animo a que no os rindáis, a que estéis tranquilas y no os obsesionéis y a que hagáis cuanto esté en vuestra mano, pero siempre con serenidad.
Un abrazo a todas y mucho ánimo.