Tengo mucho tiempo libre en mi oficina, mucho. Y no es que no tenga trabajo, es que soy muy rápida con mis tareas y siempre termino pronto.
Y como me gusta escribir, aprovecharé de abrir mi diario. Me gusta escribir pues siento que puedo expresarme mejor a través de letras que de palabras. Quizás porque pienso las cosas dos veces antes de escribirlas.
Mi diario no es dirigido a él o ella, pues él o ella aún no existe, y cuando exista, nuestra comunicación será tan intensa que no podrá ser publicada pues nadie la entendería. No, en este caso mi diario va dirigido a mis amigas foreras.
Quizás esto salga un poco largo, pero solo porque es un pequeño resumen de mi historia:
Mi vida es una vida de aquellas. Bueno, quizás para el resto sea una vida demasiado normal, incluso aburrida. Pero no es así; mi vida está llena de emociones que usualmente me guardo o se las digo a alguien muy muy cercano: Crecí pensando que sería una mujer fuerte, independiente, profesional. El amor nunca estuvo en mis planes, sabía que vendría, pero que sería solo un accesorio más en mi vida. Él me iba a adorar, por supuesto. Aparte de eso, nunca vi el amor como algo primordial en mis planes. Llegaría un joven profesional adinerado con casa y auto propios y me convertiría en su esposa. Eso lo soñé hasta como los 16... no es que haya tenido mucho tiempo de soñar tampoco.
Resulta que no tenía previsto enamorarme tan joven. Incluso cuando comencé con este chico, amigo de la escuela de hacía ya bastante tiempo, pensé que sería una historia más, quizás una más linda, pero nada definitivo. Por supuesto que no tenía planeado que a los tres meses de ser novios, iba a estar soñando con el día que nos casáramos, que fuéramos felices ambos, juntos para toda la vida.
Al final no vino un hombre joven profesional con auto y casa propios a ofrecerme matrimonio, si no que un joven, casi un chico el que tomó mi mano y ambos nos encaminamos a tener nuestras profesiones, nuestro pequeño auto, nuestro matrimonio sencillo pero hermoso, y al fin nuestro hogar propio. En ese orden.
Los hijos siempre fueron un objetivo para mí, algo que debía obtener, porque así eran las familias. No sé en qué minuto el objetivo pasó a ser un dulce sueño, una dulce esperanza. Un día simplemente pensé cómo se sentiría tener junto a nosotros a una personita, resultado de una maravillosa historia de amor. Y me lo imaginé claramente. Y el sentimiento que me provocó eso casi hace explotar mi pecho, fue algo indescriptible. El momento de ser padres había llegado para mí. Y se lo comenté a mi marido, y estuvo de acuerdo, quizás pensando en que eso me haría feliz.
Pero ahora él lo quiere, sueña con eso como yo, estoy segura. Lo veo en sus ojos, en sus gestos, en sus palabras al vuelo. No quiere ilusionarse mucho, tiene miedo que las cosas resulten. Yo le doy ánimos, que esto va a costar un poco pero va a llegar, A decir verdad a veces me desanimo y no me siento tan segura de eso, pero no puedo dejar que el hombre al que tanto amo se desilusione. Debemos seguir soñando juntos.
Es mi quinto mes de búsqueda. Y estos pocos meses han sido una montaña rusa de emociones, primero tranquilidad, luego mucho entusiasmo, luego casi negativismo, luego mucha tranquilidad, y así.
No sé cuánto más tarde. No sé si llegará (nunca se sabe, todas me dirán que sí, pero una nunca sabe). Sólo sé que deseo materializar ese amor, que se convierta en alguien. Suena casi como algo tan maravilloso, que es demasiado para que yo lo merezca. Pero tengo muchas posibilidades de lograrlo, ¿no?
Ese es el comienzo de mi historia. Veremos como van las cosas. Espero no aburrirlas, no suelo escribir muy corto.