CONOCIMIENTO GENERAL... Para estar preparadas
Sueño: hábitos y recomendaciones
El sueño y el descanso del bebé es uno de los problemas que más preocupan a los padres.
El sueño es una necesidad vital y, como tal, cada bebé es un mundo. Hay lactantes que apenas necesitan siestas durante el día y escasas nueve horas por la noche y, bebés más dormilones. Lo importante es respetar el ritmo del bebé intentando instaurar una serie de rutinas que le faciliten el descanso. Se puede saber si un bebé duerme lo suficiente; si el descanso no ha sido suficiente el bebé estará irritable, bostezando y cansado; no podrá disfrutar de las actividades normales para su edad: escuchar un cuento o jugar.
El recién nacido, debido a que come con mucha frecuencia el sueño es interrumpido por la necesidad de alimentarse. No distingue el día y la noche.
A partir de los tres o cuatro meses se reducen el número de tomas nocturnas, pasa más tiempo despierto durante el día y se reducen las horas de sueño. A partir de los cinco meses la mayoría de los bebés duermen unas ocho horas seguidas por la noche.
El ritmo
Es importante desde el primer día ayudar al bebé a distinguir el día de la noche. Durante el día hay luz, juegos, canciones y duerme con los ruidos habituales de la rutina diaria; en cambio por la noche la luz es tenue y no hay juegos ni mucho movimiento. Si por la noche se despierta para comer se le ofrece el pecho o biberón encendiendo pocas luces, hablando bajito y lo imprescindible.
La rutina
A los bebés les encanta saber lo qué va a pasar. Anticiparse a las diferentes actividades del día les infunde muchísima seguridad. El sueño y el descanso también deben ser una rutina. Ponerlo a dormir las siestas aproximadamente a las mismas horas: después del paseo, después de comer… y establecer una rutina diaria para irse a dormir por la noche, le ayuda al bebé a prepararse para esta actividad tan importante para su buen desarrollo. Si cada noche antes de irse a dormir se siguen los mismos pasos: baño, cena y canción de cuna (o cuento) los niños estarán más dispuestos a conciliar el sueño.
El baño es una excelente oportunidad para relajar al bebé antes de dormir. Es importante dedicar un ratito al niño para realizar una actividad tranquila antes de acostarlo: cuento, reflexionar sobre lo que ha hecho durante el día, cantar una nana o escuchar música tranquila. Después un beso y un abrazo con un "buenas noches" como despedida hasta el día siguiente.
Muchos niños necesitan un chupete o muñeco para estar más tranquilos a la hora de dormir.
Hay que intentar que el bebé concilie el sueño por sí mismo en su cuna o cama. Esto en muchas ocasiones es muy complicado; con el tiempo y la rutina se conseguirá.
No debemos hacer de la hora de ir a dormir un momento de lucha ni disgusto para el niño.
Se aconseja que durante el día se siga un mismo horario y que se acueste a los niños entre las 19 y las 21 horas. Esto puede ser un poco más flexible en verano porque el día es más largo.
La siesta
Los niños pequeños gastan muchísima energía y es muy normal que necesiten dormir algún ratito durante el día. Normalmente el bebé realiza una siesta por la mañana y otra por la tarde a partir de los cuatro o cinco meses.
A medida que el niño crece, necesitará menos número de siestas y se puede empezar a plantear acortarlas o suprimir una de ellas. Primero se elimina la de la mañana. El signo clave que nos hace pensar que ya podemos suprimirla es la dificultad en la conciliación del sueño a la hora habitual de la siesta o por la noche.
Hasta los tres o cuatro años muchos niños necesitan realizar una siesta al mediodía después de comer.
Despertares nocturnos
Lo más habitual es que los bebés no duerman de un tirón, sobre todo durante los primeros meses de vida. En los primeros meses es normal que se despierten para comer ya que no tienen reservas suficientes de glucosa. En algunas ocasiones se pueden despertar sin llorar y, por ellos mismos, volver a conciliar el sueño. Lo más frecuente es que lloren porque echen de menos a mamá o papá. Se les debe atender siempre y tranquilizarlos; puede que tan sólo con la presencia de los padres y una caricia se tranquilice el bebé, o bien necesitar que los cojan en brazos unos minutos para que dejen de llorar y volver a la cuna.
Cuando el bebé o niño está enfermo se puede despertar más por la noche o requerir más a menudo la presencia de los padres.
Dormir solo o acompañado
Durante los cuatro primeros meses de vida, cuando el lactante se despierta más por la noche para tomar el pecho o el biberón se puede optar por poner la cuna en la habitación de los padres.
Cada familia decide cómo será la crianza de su bebé. Se recomienda que duerma en su propia habitación a partir de los cuatro o cinco meses. El dormir con los padres en la cama debe ser una excepción.
El paso del moisés a la cuna puede ser un buen momento para el cambio de habitación.
La cuna
El bebé debe dormir en una cuna con la separación entre barrotes homologada para que no pueda pasar la cabeza entre ellos. Cuando empieza a moverse más se debe colocar un protector alrededor de los barrotes para que no se haga daño.
Durante el primer año de vida no se recomienda el uso de edredones ni cojines. No se debe sobreabrigar al bebé en exceso. La temperatura ideal de la habitación debe estar alrededor de los 21 o 24º C.
Dra. Esther Martínez García
Especialista en Pediatría
Médico consultor de Advance Medical