La vida no es como me la contaron
Cuando llegas a cierta edad se supone que todo el mundo encuentra a su media naranja (o casi todo el mundo), se casan, tienen hijos y son muy felices todos a todas horas.
Eso es lo que yo mamé en mi casa. Soy Arianne, tengo 26 años y soy la mayor de cuatro hermanas. Me he pasado la vida viendo tres embarazos más de mi madre y criando a mis pequeñas florecillas que ahora ya tienen 18, 16 y 10 años.
Siempre pensé que lo que tenían mis padres (un amor enorme y una familia unida) era lo que tendría yo, así que cuando conocí a mi chico empecé un camino de alegrías.
Nos conocimos hace 8 años pero no nos fuimos a vivir juntos hasta hace 3. Él es el hombre de mi vida, así que cuando vi mi positivo en septiembre de 2012, mi alegría se multiplicó por 1.000. No podía ser más feliz, iba a tener todo lo que había soñado, un hombre que me ama con locura y un bebé en mis brazos.
El embarazo transcurrió con normalidad, a cada eco iba con un nerviosimo nato en mí, estaría todo bien? tendría algún tipo de malformación?... Todo correcto decía el ginecólogo en cada visita, y mi corazón quería explotar de felicidad.
Se acercaba mayo, el mes de las flores, y mi hija Alba no tardaría mucho en llegar. Su llegada estaba prevista para el 15 de mayo, así que a mediados de abril ya lo teníamos todo listo, habitación lista, ropita lavada, bolsas preparadas para salir en cualquier momento...
El día 8 de mayo fue un día tranquilo, sin mucho movimiento por mi parte. Las piernas me pesaban, me dolía la espalda, me moría de sueño... así que Alba estaba también dormidita y no me daba las patadas que días antes me habían machacado las costillas.
El día 9 de mayo saltó la alarma. Fue un día muy movido, teníamos que ir a buscar el carrito a casa de mi cuñada, me puse a limpiar el piso, me dí un capricho y bajé a pasear con mis amigas... Pero Alba no se movía.
Fui a las 9 de la noche y no me hicieron esperar casi nada, estaba de 39 semanas y cualquier indicio de poco movimiento podría suponer un sufrimiento fetal. Me pusieron los monitores pero allí no pasó nada, 0 contracciones y, para nuestra desgracia, 0 latidos.
Esa misma noche me indujeron el parto. Yo aun no sé como pero entre llantos conseguí que Alba naciera la madrugada del 10 de mayo. Nos dejaron a solas con ella, yo creo que minutos, según los médicos una hora, así pudimos despedirnos de nuestra más grande ilusión.
Alba era una niña preciosa, tenia un poco de pelito negro y había sacado mi nariz y mis ojos, aunque todo lo demás... era del padre.
Los días posteriores fueron duros a la par que confusos, resultados de la autopsia (aunque se veía a simple vista, nudo en el cordón, cosa que impidió que le pasara el oxígeno), gente preguntando por la niña, desconfianza y lejanía de mi pareja, psicólogos y médicos, entrar a una habitación vacía...
No hay un sólo día que no recuerde a Alba, pero la vida es movimiento, es avanzar y no quedarse estancado, porque si no avanzas no vives.
El día 2 de noviembre, dos días antes de mi fecha prevista de
, mi chico me obligó a hacerme un test de embarazo y nuestra ilusión volvió a brotar
.
Alba nos ha enviado un hermanito o hermanita para julio y sé que, esté donde esté, ella nos protege para que este camino de esta nueva ilusión sea tan bueno como el suyo, pero con un final feliz.