Querido
diario,
Por suerte o desgracia, viene una etapa en la que voy a pasar mucho tiempo en la oficina, así que he pensado que voy a ir situándote en mi nuevo entorno matutino: mi trabajo.
Somos más de 400 y aunque no conozco a todos, el tema dará de sí en cuanto te vaya introduciendo a toda la fauna varia con la que me rodeo. Me rio mucho ahí, pero por no llorar: creo que el sitio es bastante especial y que el casting de acceso es de traca por la tipología tan dispar de gente con la que me encuentro. Hay tanto desequilibrado por los pasillos que estoy convencida de que en la selección buscan algún tipo de desviación psicológica en los candidatos. Parece que sea necesario estar algo tronado para entrar a trabajar en mi empresa! Por otro lado da miedo pensar que si esto es realmente así con todos los que estamos aquí….¿¿¿Qué habrán visto en mí para escogerme??? Jejeje Quizás sea la mutación del gen C677T polimórfica esa en el cromosoma heterocigoto que tal vez tenga otros efectos secundarios…
Me pregunto si en todas las oficinas de empresas grandes sucede igual. Por más que lo pienso, creo que es imposible que las cosas que suceden aquí dentro sucedan de forma siquiera parecida en otro lugar. Es tal la magnitud de chorradas y anécdotas que podría contar cuyo origen está en los especímenes que aquí habitan que se me hace inverosímil que se reproduzca en ninguna otra gran oficina. Hay demasiado lunático a “a dedo” seleccionado por sus amigos en horas intempestivas de un día de copas, sin ningún tipo de competencia o estudios por ambas partes, y ocupando cargos demasiado estratégicos para el buen desarrollo de una empresa. Cada vez hay más jefes cobrando una generosa pasta y menos curritos. Una vez hicieron un estudio de RRHH (ah, sí! Ahora los llaman consultorías…!) y nos pusieron como el ejemplo de la empresa-champiñón en la que la mayoría de trabajadores son jefes de departamentos con nombres rimbombantes. Sin ir más lejos, hubo una temporada en que yo tenía 5 jefes directos. Y todos pidiendo! Ahora
sólo tengo 3. Hay hasta departamentos y casillas en el organigrama con un solo componente: naturalmente, un jefe. Y uno se pregunta…¿¿¿Jefe… pero de quién??? Si sólo hay una persona en el departamento....!!!
En general y salvando unos cuantos (bastantes!!) ejemplares, la gente aquí es maja y agradable, pero yo que soy desconfiada y en ocasiones observadora en exceso, aunque casi nunca diga ni mú sobre mis impresiones y recurra al tan apreciado cinismo laboral, veo que hay mucha fachada detrás de tanta sonrisa y afabilidad. Afortunadamente, no todo el mundo es así y entre tanta purria he logrado encontrar personas con un fondo tan bonito que lo compensan con creces.
Aunque muchos de mis compañeros siquiera lo aprecien, tenemos la inmensa suerte ya no sólo de poder contar con un trabajo, sino de que además, creo que es privilegiado por la cantidad de beneficios de los que disponemos: pausas cada 2 horas (suelen ser a gusto del consumidor), alta flexibilidad horaria, buena conciliación familiar, máquinas de café gratuitas, plazas de parking para todos los empleados, áreas de descanso, jardín, libre acceso al material de oficina, médico de empresa, fisioterapeuta, líneas de teléfono propias, internet… Y según el puesto que ocupes, un buen sueldo, aunque ese no es mi caso pues soy de las que está debajo del sótano de la parte inferior del champiñón. Vamos, la gilipoyas.
Aunque todos hacemos prácticamente lo mismo, a nivel laboral se han sacado 4 grupos principales: administrativos, técnicos, jefes y directores. Puede que eso te pueda parecer una estupidez que te lo cuente, pero en este zoológico del que formo parte no lo es pues prácticamente se ha convertido en una clase social con más o menos privilegios. Lo ideal es formar parte de los segundos: los técnicos, esos sí que son los guays. Cobran una pasta que te mueres y no tienen apenas responsabilidades. Los siguientes, los jefes, cobran algo más, pero si algo sale mal, o cabeza o culo sale resentido. Y ya, los directores: estos seres pudientes de extraordinaria inteligencia, capacidad y excepcional tacto o verborrea ni os cuento como viven aquí. Por supuesto, los pobres desgraciaditos e ignorantes de la vida son los administrativos: los que se comen toda la mierda y viven de puta pena haciendo el trabajo de los otros cuatro grupos para poder justificar y mendigar una miseria de salario a fin de mes. A ese colectivo de agraciados pertenezco yo. Para más inri, dentro de los administrativos también podríamos hacer dos distinciones: existen los que sólo comen kakitas de conejito con trabajos rutinarios, básicos, con poca autonomía y responsabilidad, y luego, y los que se comen los titánicos mojones de elefante con tareas técnicas, de dificultad, mucha responsabilidad, autonomía... y evidentemente por el mismo excremento de sueldo de puto administrativo. Bien, pues esa soy yo. Como podrás ver, diario, mi puesto es totalmente estratégico en la empresa: Responsable gastronómica de grandes zurullos. Lo que aún no entiendo es porqué no me siento feliz…
"El que sabe, sabe; y el que no, es jefe."
Respuesta: Es de valientes reir cuando el corazón llora
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