Querido
diario:
Tras sus palabras, Shamu se levantó de la mesa.
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Thais, vámonos. Me voy ya para el aeropuerto.
Le conocía y estaba dolido por mis palabras.
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Shamu… yo…es que…a ver… - dije aún sentada
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Thais, déjalo. No me des más explicaciones. Ya he oído suficiente. Si eso es lo que quieres, no te voy a obligar a nada. Me iré de tu vida y podrás pensar sin problemas en todas las cosas que tienes pendientes. No te preocupes que no te molestaré más.
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Shamu….yo…tú no me molestas…
- Vámonos ya. No quiero perder el vuelo.
Yo seguía sin moverme del asiento mientras veía a Shamu avanzar hasta la puerta de salida del burguer. No sabía que decir. Me sentía una basura.
Al ver que salía del local sin apenas esperarme me incorporé rápidamente y fui detrás de él, corriendo. Avanzaba rápido y entre la multitud ví que estaba bajando las escaleras del Metro sin aguardar siquiera a que yo saliera o vigilar que le siguiera. Debía estar verdaderamente afectado. Aligeré el paso para pillarle y le cogí del brazo.
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Shamu… espera….
- Que lo dejes ya, te he dicho. No quiero hablar más del tema. – dijo él soltándose.
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Er… Shamu… es que…no hay que ir en Metro…hay que coger un autobús…
Se paró y puso mala cara. En ese momento se percató de que tenía sus cosas en mi casa y que no podía irse sin más al aeropuerto. Dependía de mí y eso, en esos momentos, le reventaba. Me preguntaba si tenía intención de irse al Aeropuerto dejando sus cosas en casa y sin despedirse.
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Bien. Vamos a tu casa, cojo mis cosas y me voy - murmuró.
Estaba enfadado y yo sabía que no quería hablar.
Yo tampoco, pero porque me sentía un desecho de la naturaleza.
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Hay que coger el autobús ahí abajo, a unos 5 minutos andando.
Nos dirigimos a la marquesina sin hablar, sin pronunciar palabra. Ambos íbamos avanzando por la calle, sin detenernos, esquivando gente y comportándonos como dos auténticos desconocidos entre la multitud.
Apenas tuvimos que esperar el autobús pues enseguida llegó nuestra línea. Eran las dos y pico de la tarde y no había demasiada gente. Había sillones libres en el bus y nos sentamos en dos asientos contiguos sin formular ni una sola palabra durante el trayecto hasta mi casa.
Era la mierda más mierda del mundo. ¿Cómo podía hacerle daño de esa manera y aparentar estar tan tranquila?
No.
No estaba tranquila. En mi interior no había paz. Todo era oscuro. Un inmenso agujero negro.
Me preguntaba si había tomado la decisión correcta. Me convencía a mi misma y me decía que eso era lo mejor para los dos. Pero…. si eso era lo mejor, por qué me sentía tan mal? Por qué tenía ese nudo en el estómago y tenía esas inminentes ganas de llorar? Como podía ser esa la mejor opción si tenía ganas de desaparecer solo de pensarlo?
Y si esa no era la opción correcta? Qué iba a suceder ahora? Desaparecería de mi vida? Me llamaría? Querría seguir siendo mi amigo, sin más? Como podríamos sobrellevar una relación de amistad, sabiendo que él me quería y que yo le había rechazado? Y si no le veía más?
Pensé en mi vida sin él. Pensé en llegar a casa y siquiera encontrármelo en el chat. Pensé en qué sería llegar al trabajo y ya no tener ningún email suyo, ni sms, ni llamadas de teléfono. A quién le contaría yo mi día, mis problemas del trabajo, mis sueños, mis aspiraciones?
A nadie.
Dios….
Nada.
Eso era la nada. El vacio. Un hueco. Estar sin él. Ni sms, ni llamadas, ni chat, ni teléfono, ni verle.
Eso no sería vivir. Sería estar muerta. No sabía si sería capaz de seguir adelante. No habría un solo motivo en mi vida por el cual levantarme por las mañanas.
Thais… sabes lo que has hecho? Pero te das cuenta de lo que le has dicho? Aún estás a tiempo….
Miré el reloj. Su avión salía a las 6 y no eran ni las 3.
El autobús llegó a su parada , a la de mi calle, y Shamu se levantó de nuevo sin esperar. Se bajó y empezó a andar hasta el portal de casa. Esperó a que yo llegara y abriera la puerta mirando el escaparate contiguo.
Era pronto, tenía tiempo antes de que saliera su avión. No quería que se fuera así, enfadado y enojado conmigo. Quizás podía hablar con él… Tenía que entenderlo…
Abrí la puerta de casa y le dejé entrar primero. Fue directo a la habitación y le seguí.
Shamu recogía sus cosas y las metía sin pararse a doblarlas y sin mantener ningún tipo de orden en la mochila. Hacía una bola con sus camisetas y las guardaba con rabia, como si tuvieran alguna culpa de sus problemas.
Le miraba desde el marco de la puerta y la angustia comía por dentro cual carcoma. Shamu apenas tenía cosas por recoger y estaba segura de que en cuanto terminara se iría de un portazo y no le volvería a ver.
Terminó y se plantó delante de mí, desafiante.
- Thais, déjame pasar, por favor. Voy al servicio y ya me voy al Aeropuerto. No te quiero molestar más.
No me moví del marco de la puerta. Sabía que si lo hacía estaría todo perdido.
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Thais…! Déjame pasar…! – dijo alzando la voz.
Me pilló desprevenida y me aparte un poco por la sorpresa. Él se ladeó atravesando la puerta de su habitación, empujándome con su cuerpo para que apartara y entró en el baño sin mirarme.
Tenía que hacer algo. Shamu no se podía ir. No así.
Thais… piensa….piensa…
En un salto fui corriendo a mi bolso, saqué la llave de casa, me dirigí a la puerta de entrada, la cerré con llave…y la escondí.
"En la guerra como en el amor, todo vale."