Los bebés nacen cubiertos de una especie de grasa blanca, parecida al queso cremoso o a la manteca: el vérnix caseoso. Consiste en una mezcla de secreciones grasas procedentes de las glándulas sebáceas fetales y de células muertas que se van desprendiendo de la epidermis fetal. El vérnix recubre la superficie del bebé durante el tercer trimestre de gestación, y cumple numerosas funciones beneficiosas para el bebé en su etapa intrauterina y en su adaptación a la vida extrauterina.
Uno de los procedimientos habituales en muchos hospitales es bañar inmediatamente al recién nacido, o limpiar su piel vigorosamente. Esta práctica procede de la creencia de que el vérnix es algo “sucio”, un desecho del proceso del parto que, como la sangre, las heces, el meconio o el líquido amniótico, se debe retirar y eliminar, para presentarle a la madre un bebé “limpio”, a veces incluso vestido, repeinado y bañado en colonia infantil.
Entre otros investigadores, el Dr. Hoath y sus colaboradores del Skin Sciences Institute, Cincinnati Children’s Hospital Medical Center (Instituto de Ciencias de la Piel de Cincinnati, Estados Unidos), han estudiado la composición y las propiedades del vérnix, así como su función en la adaptación del recién nacido a la vida extrauterina y a un entorno seco. Hoath, que lleva más de una década estudiando la piel de los recién nacidos, considera que, en lugar de tratar el vérnix como un desecho, deberíamos apreciar sus cualidades únicas, ya que se trata de un limpiador natural de la piel, además de una sustancia protectora frente a las infecciones, antioxidante y con propiedades curativas frente a posibles heridas. Por todo ello, Hoath aconseja que, en vez de limpiar para quitar el vérnix, se extienda suavemente por toda la piel del bebé, que lo absorberá de forma natural.
Una sustancia única, exclusivamente humana
El vérnix caseoso es exclusivo de los seres humanos. Se compone básicamente de células del estrato córneo fetal, incrustadas en una matriz rica en lípidos que segregan las glándulas sebáceas del bebé. Estas células son capaces de retener un gran volumen de agua, cualidad que aportan al vérnix. Así, un 80% de esta sustancia única es agua, un 10% es grasa, y otro 10% son proteínas.
Antes de las 27 semanas de gestación, los bebés intrauterinos carecen de vérnix. Los bebés prematuros que nacen a las 32-33 semanas de gestación están totalmente cubiertos de esta sustancia, mientras que los bebés nacidos a término han perdido buena parte. Los que nacen a las 41 o 42 semanas de gestación suelen haberlo perdido casi totalmente, y por ello es posible que tengan la piel arrugada por la exposición directa al líquido amniótico.
La etapa de formación del vérnix dentro del útero coincide con la etapa de formación del estrato córneo, la capa más superficial de la piel del bebé. La coincidencia de estos dos procesos no es casual, sino que el estrato córneo, para completar su desarrollo, necesita el aislamiento de la humedad que le proporciona el vérnix. Este actúa como barrera protectora y, al aislar del líquido amniótico, ofrece un entorno seco para la formación del estrato córneo.(1) Otra de las importantes funciones del vérnix durante la gestación es proteger al bebé de posibles infecciones dentro del útero. Además, durante el parto actúa como lubricante y como película protectora que reduce la fricción del cuerpo del bebé.
Un equipo de investigadores(2) observó que líquido amniótico se vuelve más turbio a medida que avanza la edad gestacional debido a la interacción entre el surfactante pulmonar (responsable de la maduración de los pulmones del bebé) y el vérnix. El surfactante pulmonar producido por los pulmones fetales hace que partículas de vérnix se desprendan de la piel. El vérnix desprendido se mezcla con el líquido amniótico y causa la turbidez del líquido, que se utiliza como marcador de la madurez del pulmón. Además, el vérnix tragado por el bebé junto con el líquido amniótico contribuye a madurar su intestino.
Hacia la vida fuera del útero materno
El recién nacido tiene que adaptarse a un verdadero reto fisiológico en su paso desde el medio líquido intrauterino al medio seco extrauterino. Necesita adaptarse a la respiración, la alimentación y la eliminación de desechos, regular su temperatura (termorregulación) y mantener el balance hídrico del cuerpo, evitando la deshidratación. En este complicado proceso, si no se retira de la piel del recién nacido, el vérnix contribuye considerablemente en varias funciones vitales para la supervivencia del recién nacido: (1)
1. actúa como barrera frente la pérdida de agua,
2. es una defensa natural frente a posibles infecciones,
3. interviene en la formación del manto ácido,
4. cumple funciones antioxidantes,
5. permite la termorregulación,
6. y protege contra la luz ultravioleta y los productos químicos.