Hola guapo:
Supongo que estás genial porque te mueves bastante y hoy con el doppler he podido escuchar tu corazón latiendo con fuerza.
El fin de semana ha ido estupendamente, papá y yo hemos trabajado bastante, no podemos quejarnos, la tienda funciona bastante bien.
Hoy quería hablarte un poco de la vida de mamá. Ahí va. Espero no aburrirte.
Soy la pequeña de 3 hermanos. Nos llevamos bastante (15 años con tu tío Joan y 13 con tu tía Loli). Mi madre se quedó embarazada de mí al hacerle contraefecto las pastillas anticonceptivas y otras que se estaba tomando para una operación de hernia discal. Así que ya ves, yo a diferencia de ti fui un descuido (mi madre, años más tarde cambió la palabra descuido por error).
Debido a la operación de mi madre, su ginecólogo primero le recomendó abortar, ella se lo pensó, pero mi padre se opuso con todas sus fuerzas y gracias a eso aquí estoy yo, tu mamá.
Siempre fui una niña muy sociable, nací en un pueblo pequeñito cercano a la frontera con Francia y recuerdo que todo el mundo me quería, porque era bastante graciosa.
Al año y medio empezaron los problemas. Un día de la noche a la mañana empecé a perder el pelo, igual que si estuvieran haciéndome quimioterapia, fui a infinidad de médicos de toda la provincia y nada, no encontraban la explicación, luego ya fui a Barcelona, a un hospital especializado en niños que se llama San Juan de Dios y allí tras muchas pruebas me diagnosticaron una especie de alopecia nerviosa.
Siempre digo que el primer recuerdo que tengo de mi infancia fue un pinchazo que me hicieron en la médula para descartar que tuviera algún tipo de leucemia.
Pero a mi me daba igual, yo seguía contenta y feliz y los niños de mi pueblo en vez de reírse de mi, seguían queriéndome todavía más. Verme sin pelo se les hizo tan común como jugar al escondite después del cole.
¡Pero llegó el milagro! Un día cualquiera cuando estaba a punto de cumplir 7 años, tachán
el pelo empezó a crecer de nuevo y nunca se volvió a caer hasta hace unos 3 años (eso ya te lo contaré otro día)
Mi infancia fue estupenda, como espero que sea la tuya, aunque también hubo algunos reveses. Mi abuelo Miguel murió cuando tenía 5 años. Era mi abuelo favorito, siempre me explicaba historias de cuando la guerra, entonces no comprendía, pero a mi siempre me gustaba sentarme a su lado delante de la lumbre y escucharle.
A los 10 murió mi abuela Dolores, estaba muy enferma del corazón.
Pero lo peor que me pasó en mi infancia y que cambió mi vida para siempre fue la muerte de mi padre, o sea, tu abuelo.
Tenía 13 años, ese día estaba muy resfriada y me tocaba el antibiótico de la noche, me crucé con mi padre que iba al baño y me dio un beso en la frente. Sus últimas palabras fueron:
- Parece que tienes fiebre.
Lo siguiente que recuerdo fue que dejó caer la tapa del wáter y yo fui corriendo y lo vi tumbado en el suelo. Me quedé en shock, no supe reaccionar, y eso hizo que me sintiera culpable durante mucho mucho tiempo. Me autoculpaba por la muerte de mi padre.
Había tenido un infarto de miocardio. La ambulancia llegó justo para estabilizarlo, pero el oxígeno ya no le llegaba al cerebro. Muerte cerebral.
No me lo creía. Siempre había estado tan apegada a él y ahora ya nunca más volvería a verlo.
Ya por entonces la relación con mi madre no era demasiado buena, pero desde entonces me autoinculqué en que debía hacer todo lo que estuviera en mi mano para que se sintiera orgullosa de mi.
Antes de un año de que muriera mi padre mi madre ya empezó a salir con mi padrastro. No sé si consciente o inconscientemente saboteaba esa relación. Consideraba que era demasiado pronto para que rehiciera su vida, pero con el paso del tiempo aprendí a aceptarlo.
Mi carácter cambió radicalmente. Esa niña sociable, divertida y extrovertida dejó pasó a una "mujer" fría, retraída y callada. Demasiado madura para mi edad. Nada me interesaba. Solo lograba evadirme leyendo.
Cuando cumplí los 16 mi madre se mudó con su pareja y me dejó sola en la casa. A mi ya me estaba bien, me estaba acostumbrando a la soledad. Nuestra relación se fue enfriando cada vez más. A veces pasaba un mes sin verla. Incluso a mis hermanos. Cada vez me gustaba más estar sola.
Pero entonces conocí a mi primer amor. Me enseñó otra vez a quererme y a poder querer. Empecé a sonreír de nuevo, a salir, a compartir mi vida.... y entonces todo se volvió a joder. Él se trasladó a vivir a Irlanda y la relación se rompió.
Al cumplir los 18 y empezar la universidad volví a vivir con mi madre y su pareja porque me quedaba más cerca de la facultad. Estudiaba y trabajaba y por entonces conocí a tu padre.
Como hasta entonces apenas los había visto no me había dado cuenta que mi padrastro es alcohólico y maltrata a mi madre. Yo no podía soportar verlos discutir. Nunca la pegó delante de mi. Pero por la mañana yo le veía moratones que antes no tenía.
Como a mi madre ya la tenía muy vista empezó conmigo. Yo recién empezaba a salir con tu padre, y en ese tiempo me detectaron hipotiroidismo, por lo que pasé de pesar 72 kg a más de 100.
Tenía muy poca autoestima, aunque a tú padre nunca le han importado mis quilos de más. Pero él si lo aprovechó.
Me decía cosas que más vale que no sepas porque no merece la pena recordar esas palabras de alguien que no nos debe importar. Lo único que si vale la pena recordar de esos días es que una vez le planté cara y me levantó la mano. La primera y única vez.
Decidí hablar con mi madre y darle un ultimátum: o él y sus palizas o su hija.
Hace 10 años que no hablo con ella.
Siempre he dicho que no sé que tal seré como madre, pero lo que tengo muy claro es que no voy anteponer un hombre a tu amor mi vida.
Mañana te cuento cosas más alegres ¿vale? Te quiero mi amor.