Respuesta: Centro ecográfico 4d en Málaga
La huella del embarazo en nuestro cerebro
El cerebro es el único órgano que nunca deja de formarse. Todo lo que vivimos o hacemos va dejando huella en él, forjando así el carácter de cada persona y sus habilidades. El embarazo también le afecta. Se ha comprobado que el cerebro disminuye hasta un 7% su tamaño en los últimos meses de gestación, pero no porque funcione a menos rendimiento y eso se traduzca en una pérdida de neuronas. Lo que sucede es que las terminaciones neuronales se juntan al trabajar más ciertas áreas, aquellas que manejan la relación con los demás: las emociones, empatía, actitudes…Las técnicas de neuroimagen registran cómo se activan las áreas del sistema cognitivo-afectivo de recompensa y se silencian las implicadas en el juicio negativo. De ahí que una madre no sea capaz de reconocer los defectos de su hijo y solo resalte sus buenas cualidades.
También sucede que en los primeros contactos madre-hijo se refuerza el vínculo entre los dos, y esto queda grabado en el cerebro. Como nuestras vivencias se almacenan en él, los embarazos se memorizan, de forma que por medio de una resonancia magnética se puede saber si una mujer ha sido madre.
Esta modificación cerebral también se produce en los papás, aunque de distinta forma. Ellos también desarrollan el cerebro social desde que perciben las patadas de su hijo o al ver una ecografía, pero sobre todo a partir de su nacimiento, a través del contacto físico. Cada vez que un padre baña a su hijo, le coge o le da el biberón desarrolla un vínculo cognitivo-emocional similar al de la madre, ya que fabrica oxitocina y baja su nivel de testosterona, la hormona de las energías masculinas.
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