Cuenta mi propia leyenda, que los bebes aún por nacer, viven en el cielo y juegan con las nubes. Cantan dulces canciones, se columpian con la suave brisa que por allí corre y se mecen con las olas que forman las delicadas gotas del rocío.
Cada uno de ellos tiene su propio carácter: unos son traviesos, otros son cariñosos, otros son juguetones y otros muy divertidos, pero todos son dulces como el azúcar y transparentes y bellos como el cristal.
De vez en cuando, los bebés aún por nacer,
se entretienen observando a las que serán sus futuras mamás: las miran, las oyen hablar, se ríen con sus bromas, memorizan las canciones que aquellas señoras tan guapas canturrean y se fijan en cómo se mueven.
También se deleitan con el cálido tono de su voz y sueñan con la suavidad de sus caricias.
Aunque los bebes se sienten en la gloria en su paraíso celestial, su felicidad no es completa, ya que aunque los ángeles son dulces y cariñosos con ellos, los chiquitines sienten que su mayor gozo sería poder formar parte de una familia y
anhelan el calor y la dulzura de un vientre materno que los acoja y los meza durante nueve meses, para por fin poder mirar cara a cara a la guapa señora que los va a querer más que a nada en el mundo, su mamá.
Los futuros bebes, después de tanto observar, han comprobado que
todas las mamis son diferentes y por eso intentan escogerlas con sumo cuidado, buscando a la a la madre con la que saben que se sentirán mejor aún que en el propio cielo.
Entonces, en el momento en que un óvulo de su futura mamá está listo para ser fecundado y un espermatozoide del futuro papá está dispuesto a conquistar al óvulo, los bebés se preparan para ese momento tan crucial, han oído que los ángeles llaman a ese mágico momento
FECUNDACIÓN, pero a los futuros bebés no les importa el nombre, los que les importa de verdad es que ese momento significa fusionarse con la madre que han escogido tan cuidadosamente y que serán mecidos por ella
24 horas al día durante nada menos que nueve maravillosos meses.
Lo que si les han enseñado los ángeles, es que ese momento ocurre sólo una vez cada mes -a veces dos- y aunque se repite mes tras mes durante muchos años,
no estaría mal que estuvieran atentos.
Muchos bebés son impacientes por naturaleza y en el momento que la futura mami libera el óvulo y se encuentra con el espermatozoide del futuro papi,
corren a hacer su sueño realidad y 14 días después, a veces más, mientras están tranquilamente dormiditos y arropados por el útero de la que ya es su madre, oyen como aquella adorada señora grita a los cuatro vientos: -
¡¡¡es positivo, mi bebé viene en camino!!!! –
Si mamá, estoy dentro tuyo y no puedo ser más feliz.
Otros futuros bebes son tranquilotes y se toman las cosas con calma,
no tienen prisa por llegar al mundo ya que disfrutan viendo a su mamá desde lo alto. Se regocijan mirando como se mueven, como cantan o como escriben… les encanta escuchar las conversaciones que mantienen con sus futuros papis y como les cuentan las cosas a sus amigas, y aunque no entienden todo lo que dicen, se quedan absortos y se deleitan observándolas un mes tras otro.
No tienen prisa en ser fecundados ya que saben que el momento en que oirán a su adorada mamá gritar a los cuatro vientos,
es positivo mi bebé viene en camino, llegará tarde o temprano, así que serenamente se dedican a disfrutar de su mamá desde tan estupendas vistas.
Algunos bebés se
extasían tanto mirando a su delicada mamá y se hacen tanto los remolones, que sin saber cómo acaban siendo fecundados en una probeta y sin haber hecho ningún esfuerzo oyen a su mamá gritando a los cuatro vientos:
-¡¡¡es positivo, mi bebé viene en camino!!!! y descansan 9 meses en el útero de aquella señora tan guapa que veían desde el cielo.
–Si mamá, ya estoy dentro tuyo y no puedes ni imaginarte lo bien que se está aquí, si lo sé no hubiera esperado tanto.
Eso es lo que cuenta mi propia leyenda y por eso cada bebé tiene su carácter y nos ha escogido a nosotras porque
somos sus adoradas mamás.
Cuando por primera vez miremos a nuestro bebé a los ojos, un escalofrío recorrerá nuestro cuerpo y les daremos gracias mil y una vez por
entre tantas mujeres en el mundo, haber sido nosotras la preferida.
Firmado: Blossom, inventora de leyendas.